Capítulo 7.- Sin Venganza ni Castigo.
Lon Gonman consigue aproximarse a un pequeño lugar del Sector 5, un sector destinado a la Clase Media con fuerte tendencias a la Clase Alta. Una vez ahí, baja cojeando de su motocicleta y toca la puerta. Son aproximadamente las diez de la noche cuando una hermosa mujer joven abre la puerta solo para ver como el forajido se desploma sin gracia alguna sobre el piso.
La joven, al verse en semejante apuro no atina a hacer más que meter al sujeto a su casa arrastrándolo, dejando intencionalmente que se golpee la cabeza con el escalón de la entrada, con ese cierto rencor que solamente una tórrida historia pasada puede provocar. Mientras maldice al cuerpo inerte junto con su suerte, lo recuesta sobre una cama al tiempo que se imagina toda clase de explicaciones denigrantes del estado de salud del durmiente casi comatoso. Las explicaciones que ella misma se cuenta, van desde una pelea de borrachos en un bar de mala muerte, hasta un asalto colectivo, pero todas las suposiciones se detienen en seco cuando al acomodarlo sus ropas revelan tres estrellas de oro blanco, distintivo inequívoco de los Cherifes. En ese preciso momento Gonman despierta lentamente.
-- ¿Ahora robas estrellas a los Cherifes? – pregunta ella regañando sin dar oportunidad a que termine de desperezarse.
-- No, robo estrellas a los cadáveres de los Cherifes – responde con voz de resaca – no recuerdo haberme lesionado la cabeza – exclama mientras se sujeta fuertemente la nuca por el dolor.
-- Cada vez estás peor, ¿qué te orilló a hacer eso? – inquiere ella con una clara actitud de subestimar a Lon como si fuera un niño desorientado.
-- Un buen trozo de carne – dice Gonman con cinismo.
-- Podía darte de comer yo misma y no tendrías lesionada la pierna. Tienes los tendones contraídos y necesitarás de mucho reposo antes de poderla mover normalmente.
-- Maldita sea contigo Azul, no te pediría comida, ni refugio, ni alcohol… ni siquiera una taza de café aunque fueras la última mujer sobre la tierra.
-- Ok, ¿qué hacías en mi puerta?
-- … -- Gonman vuelve a sobarse la cabeza – no dije nada de pastillas para el dolor.
-- ¿Acaso me crees traficante?
-- Ay por favor, tus perlas no te privan de tener anfetaminas… eres como todas las chicas de este Sector. De cualquier modo, creo que estoy aturdido.
-- si, claro… ¿tú donde vives ahora?
-- En el Sector 15 – Gonman piensa para sí mismo que no existe ningún problema de compartir esa información con ella, ya que nunca se les ocurriría interrogar a una chica como Azul Beibiblu respecto de un delincuente como él.
-- Sabía que terminarías ahí – responde con saña Azul – siempre supe que terminarías recluido.
Gonman quiso aclarar que la cárcel del Sector 15 estuvo vacía muchos años antes de que se derrumbara en escombros que es donde vive actualmente, pero finalmente decidió no desgastarse en darle explicaciones a una princesa sin corona. Al moverse un poco, se dio cuenta de que tenía debidamente inmovilizada su pierna para no lesionarse más y que había una taza de café en un pequeño buró al lado de él.
-- Que quede claro que no te la pedí – dice Gonman mientras toma la taza.
-- Eres un caos, solo porque no encuentras que hacer con tu vida no deberías destruirla junto con la de todos los que te rodean.
-- ¿Quién me rodea? En este momento solo tú, pero te aseguro que no volverá a pasar. Siempre me criticaste que creyera en el gobierno de los Meior y ahora que intento hacer algo más allá de tus ideales de activista me reduces a un paria perdedor. Déjame decirte una cosa, hacer todo por derrocar Meior para que Kinan Grinuod nos gobierne sería tanto como pedir salir del Samsara para entrar al Infierno.
-- Y entonces ¿Vas a gobernar tu?
-- No, no soporto a la humanidad y no voy a pedirle que me siga a todos lados en mi afán de dar tumbos.
-- ¿Entonces? ¿Cuál es el fin de destruir a los Cherifes?
-- Voy a destruirlos solo porque se interponen para que destruya al Domo. No me importa nada más. Estoy harto de que no exista un mañana, de que no brille el sol.
-- La gente no lo ha visto en años, fue destruido y ahora solo cae la lluvia de un cielo roto.
-- ¿Has visto la Lluvia Caer? ¿Has visto un Día Soleado?
-- Ninguna de las dos.
-- Soñar con revoluciones no vale de nada si dejas de lado las cosas más esenciales.
-- Tú no eres un revolucionario y ciertamente creías que con tus trabajos mediocres podrías llegar a encajar en un Sector como éste. Creías fielmente en el sistema de Meior y ahora apenas te reconozco, lo que no sé es si haces esto por Venganza o por Castigo.
-- Ninguna de las dos, solo me rompe el corazón que vivamos de esta manera. ¿Cuántas veces un hombre deberá ver hacia arriba antes de poder ver el Cielo?
-- ¿Esperas encontrar esa respuesta soplando en el viento?
-- La encontraré del otro lado de mis cañones.
-- Tú estás del otro lado de muchos más cañones, ¿eso no te importa?
Gonman deja la taza sobre el buró y sale cojeando, sin saber si debe arrepentirse o alegrarse por esa última conversación. En realidad el creyó que sólo había soñado que iba a visitar a Azul, pero como cada encuentro con la realidad, la verdad le resulta escalofriante.
Lon Gonman consigue aproximarse a un pequeño lugar del Sector 5, un sector destinado a la Clase Media con fuerte tendencias a la Clase Alta. Una vez ahí, baja cojeando de su motocicleta y toca la puerta. Son aproximadamente las diez de la noche cuando una hermosa mujer joven abre la puerta solo para ver como el forajido se desploma sin gracia alguna sobre el piso.
La joven, al verse en semejante apuro no atina a hacer más que meter al sujeto a su casa arrastrándolo, dejando intencionalmente que se golpee la cabeza con el escalón de la entrada, con ese cierto rencor que solamente una tórrida historia pasada puede provocar. Mientras maldice al cuerpo inerte junto con su suerte, lo recuesta sobre una cama al tiempo que se imagina toda clase de explicaciones denigrantes del estado de salud del durmiente casi comatoso. Las explicaciones que ella misma se cuenta, van desde una pelea de borrachos en un bar de mala muerte, hasta un asalto colectivo, pero todas las suposiciones se detienen en seco cuando al acomodarlo sus ropas revelan tres estrellas de oro blanco, distintivo inequívoco de los Cherifes. En ese preciso momento Gonman despierta lentamente.
-- ¿Ahora robas estrellas a los Cherifes? – pregunta ella regañando sin dar oportunidad a que termine de desperezarse.
-- No, robo estrellas a los cadáveres de los Cherifes – responde con voz de resaca – no recuerdo haberme lesionado la cabeza – exclama mientras se sujeta fuertemente la nuca por el dolor.
-- Cada vez estás peor, ¿qué te orilló a hacer eso? – inquiere ella con una clara actitud de subestimar a Lon como si fuera un niño desorientado.
-- Un buen trozo de carne – dice Gonman con cinismo.
-- Podía darte de comer yo misma y no tendrías lesionada la pierna. Tienes los tendones contraídos y necesitarás de mucho reposo antes de poderla mover normalmente.
-- Maldita sea contigo Azul, no te pediría comida, ni refugio, ni alcohol… ni siquiera una taza de café aunque fueras la última mujer sobre la tierra.
-- Ok, ¿qué hacías en mi puerta?
-- … -- Gonman vuelve a sobarse la cabeza – no dije nada de pastillas para el dolor.
-- ¿Acaso me crees traficante?
-- Ay por favor, tus perlas no te privan de tener anfetaminas… eres como todas las chicas de este Sector. De cualquier modo, creo que estoy aturdido.
-- si, claro… ¿tú donde vives ahora?
-- En el Sector 15 – Gonman piensa para sí mismo que no existe ningún problema de compartir esa información con ella, ya que nunca se les ocurriría interrogar a una chica como Azul Beibiblu respecto de un delincuente como él.
-- Sabía que terminarías ahí – responde con saña Azul – siempre supe que terminarías recluido.
Gonman quiso aclarar que la cárcel del Sector 15 estuvo vacía muchos años antes de que se derrumbara en escombros que es donde vive actualmente, pero finalmente decidió no desgastarse en darle explicaciones a una princesa sin corona. Al moverse un poco, se dio cuenta de que tenía debidamente inmovilizada su pierna para no lesionarse más y que había una taza de café en un pequeño buró al lado de él.
-- Que quede claro que no te la pedí – dice Gonman mientras toma la taza.
-- Eres un caos, solo porque no encuentras que hacer con tu vida no deberías destruirla junto con la de todos los que te rodean.
-- ¿Quién me rodea? En este momento solo tú, pero te aseguro que no volverá a pasar. Siempre me criticaste que creyera en el gobierno de los Meior y ahora que intento hacer algo más allá de tus ideales de activista me reduces a un paria perdedor. Déjame decirte una cosa, hacer todo por derrocar Meior para que Kinan Grinuod nos gobierne sería tanto como pedir salir del Samsara para entrar al Infierno.
-- Y entonces ¿Vas a gobernar tu?
-- No, no soporto a la humanidad y no voy a pedirle que me siga a todos lados en mi afán de dar tumbos.
-- ¿Entonces? ¿Cuál es el fin de destruir a los Cherifes?
-- Voy a destruirlos solo porque se interponen para que destruya al Domo. No me importa nada más. Estoy harto de que no exista un mañana, de que no brille el sol.
-- La gente no lo ha visto en años, fue destruido y ahora solo cae la lluvia de un cielo roto.
-- ¿Has visto la Lluvia Caer? ¿Has visto un Día Soleado?
-- Ninguna de las dos.
-- Soñar con revoluciones no vale de nada si dejas de lado las cosas más esenciales.
-- Tú no eres un revolucionario y ciertamente creías que con tus trabajos mediocres podrías llegar a encajar en un Sector como éste. Creías fielmente en el sistema de Meior y ahora apenas te reconozco, lo que no sé es si haces esto por Venganza o por Castigo.
-- Ninguna de las dos, solo me rompe el corazón que vivamos de esta manera. ¿Cuántas veces un hombre deberá ver hacia arriba antes de poder ver el Cielo?
-- ¿Esperas encontrar esa respuesta soplando en el viento?
-- La encontraré del otro lado de mis cañones.
-- Tú estás del otro lado de muchos más cañones, ¿eso no te importa?
Gonman deja la taza sobre el buró y sale cojeando, sin saber si debe arrepentirse o alegrarse por esa última conversación. En realidad el creyó que sólo había soñado que iba a visitar a Azul, pero como cada encuentro con la realidad, la verdad le resulta escalofriante.
-- Pase lo que pase, desde la primera estrella todo ha terminado, Beibiblu…
2 comentarios:
buuuuuuuuuuuuaaaaaaaa
una breve sugerencia en el timing y el punch:
-- ¿Esperas encontrar esa respuesta soplando en el viento?
-- La encontraré del otro lado de mis cañones.
-- Tú estás del otro lado de muchos más cañones, ¿eso no te importa?
Gonman deja la taza sobre el buró y sale cojeando, sin saber si debe arrepentirse o alegrarse por esa última conversación. En realidad el creyó que sólo había soñado que iba a visitar a Azul, pero como cada encuentro con la realidad, la verdad le resulta escalofriante.
-- Pase lo que pase, desde la primera estrella todo ha terminado, Beibiblu…
hasta se me puso chinita la piel!
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