Honesta Confesión.

No sé lidiar con el peligro ajeno. El peligro y la amenaza propia es algo con lo que he vivido y hasta congeniado durante mi vida. En ocasiones hasta me hace falta y otras tantas lo busco, lo procuro y termino exponiéndome innecesariamente solo para sentir un poco de adrenalina y recordar lo que se siente estar vivo.

Pero el peligro ajeno… bueno, eso si me da pánico. El que algo le suceda a las personas que me son indispensables para vivir me representa un daño peor que cualquier cosa que me pueda ocurrir a mi. Existe también ese sentimiento de que yo me busco lo que me pueda suceder, pero si algo le acontece a mis seres queridos de una forma aleatoria, me hace revivir esa amarga sensación de que la injusticia prepondera en el mundo y de nuevo pierdo la esperanza.

Por si lo anterior fuera poco, el riesgo ajeno me hace sentir impotencia, me recuerda que no puedo controlar todo y me ubica en el hecho de que, por más protector que sea, no puedo mantener a mis allegados en cajas de cristal para ocultarlos del peligro.

No es mi intención salir peleado ni con contigo, ni contigo, ni con nadie. York, debiste ser más prudente y dejar más clara la cita textual, porque cuando el titular de una desgracia se rie de ella, se llama filosofía, cuando el espectador de una desgracia se ríe de la desgracia ajena, se llama burla. Pero ey! Es tu blog, y tu negocio es la comunicación. Yo solo me apego a las reglas que conozco, las excepciones y la legitimidad de hacerlas valer, ok?

Recuerdo que no tengo el control de todo, tal vez no tenga el control de nada. Así que dejaré de pretender y sencillamente confieso que me tiene mal estar lejos de mi novia, sin control siquiera sobre mis propias emociones. No esperen mi mejor ánimo.

Gracias.