Crónica de un Adiós II

-- ¿Recuerdas que te dije que te extrañaba a ratos? – rompe el silencio Ángelo.
-- ¿Cómo olvidarlo si eso se sumará a mi lista de reproches hacia ti? – contesta rencorosamente Giovanna.
-- Bueno, pues esos momentos fueron sumamente intensos, suficientes como para sabotear el resto de mi vida si no los hubiera reprimido. En verdad que muchas ocasiones quise hacer lo que dice esa canción. – confiesa Ángelo tímidamente
-- ¿Cual? ¿Alguna que hable sobre como deseas que te maten lenta y dolorosamente? De otro modo dudo que me interese saber a qué demonios te refieres. – dice Giovanna con mirada despectiva.
-- Aunque no te interese, me refería a la que dice que me han dado ganas de gritar, salir corriendo y preguntar que es lo que ha sido de tu vida…
-- Típico de ti, arrabalero y de clase media tirando a baja.
-- Siempre me criticaste eso y sinceramente no sé como aún te soporto y te sigo escuchando.
-- No siempre me soportas y me escuchas, tú te fuiste… perdón, “REGRESASTE” y te valió madre mi vida. – interrumpe Giovanna
-- No es que me valiera, es que no quería que aun fuera mi problema. – Explota Ángelo.
-- Por qué sería un problema?
-- Porque tú lo hacías un problema ¿de qué me servía quererte si ni tú misma lo creías? Por querer asegurarte de que no me iría me hiciste desear partir con toda el alma. – dijo él con una cierta calma pausada tratando de ser enfático.
-- Tú no tienes alma, ni corazón. Ni siquiera tienes algo de interés, te has pasado la vida fingiendo ser algo que nunca serás, estás tan vacío y no te das cuenta porque solo sabes llenarte de ti. – y al terminar de decir esto, Giovanna sonrió con cierto aire triunfalista
-- Por eso nunca te busqué, siempre que yo bajaba la guardia aprovechabas para seguir soltando tus reproches… y sin embargo quiero hacer las paces. Sé que te vas y no quiero arrepentirme de no haberlo intentado al menos.
-- Si me abrazas ahora no vas a querer que me vaya, vas a intentar detenerme y terminarás llorando y haciendo el ridículo. – replica ella cruzando los brazos.
-- tenlo por seguro.
-- No ganas nada.
-- Gano por el color del trigo…
-- No empieces con esa basura sentimental de nuevo, te funcionó una vez y nunca más, no insultes mi inteligencia.
-- ¿Y si lo dejamos en un apretón de manos? Por favor.

Ella no responde absolutamente nada, simplemente voltea los ojos y resopla con enfado, pero al final extiende la mano. Ángelo la toma, la estrecha, acaricia la mano con de ella con el pulgar, suavemente… y al final, cuando la suelta, solo esboza unas palabras con un susurro casi mudo:

-- Suerte y que seas feliz Giovanna …--