Capítulo 3.- Dejad que los perros ladren.
El Sunshine Killer baja la velocidad conforme se acerca al suburbio número 18, donde escondido entre las calles oscuras (aun dentro de una ciudad en penumbras existen barrios más iluminados que otros), se encuentra el bar “Watchtower”.
El “Watchtower” es probablemente la cantina más socorrida por la clase media, aunque cada uno de los suburbios posee su lugar de encuentro para la clase humilde y su lugar de encuentro para la crema y nata de Bilou. De igual manera que en el suburbio 18 se encontraba el lugar favorito del proletariado, el lugar favorito de la clase alta se encontraba en el Distrito 02, al cual solo podía accederse con el consentimiento de Meior… aunque desde luego no es un tema que deba ocuparnos en este momento.
La fauna del Watchtower era muy variada, pero finalmente todos estaban tan ocupados en sus pláticas y sus tragos, que nadie prestaba atención a lo que sucedía en las demás mesas. Es por ello que nadie se percataba de la entrada de un hombre con cabello rubio entre especimenes de oscuro pelambre mientras se deslizaba discreto hasta la barra. Lo más común durante este trayecto era escuchar planes futuros, sueños guajiros, maldiciones contra Meior… y últimamente leyendas sobre el fantasma del Sol, lo que divertía sobremanera al asesino de Inversionistas y Cherifes.
En la barra atendía, como siempre, Tinman Jones, un hombre delgado que a pesar de ser relativamente joven (digamos aun dentro de la etapa de la “madurez”) reflejaba en sus ojos la sabiduría digna de un anciano que lo ha vivido todo. Sumamente sabio, sepulcralmente discreto, sus oídos han coleccionado tantas historias como estrellas había habido en el universo antes del domo. Al mismo tiempo, era un rudo sujeto que imponía total respeto, por lo que si alguien se ponía impertinente a causa de los tragos dentro de su bar, se las tendría que ver con él en persona.
-- Asumo, por la cínica sonrisa en tu rostro que el golpe de esta noche ha sido existoso – dice Tinman.
-- De otro modo no habría regresado, habría permanecido en las vías hasta que partiera el tren de regreso para dar mi golpe de cualquier forma.— responde el rubio de sombrero negro y cejas oscuras.
-- Claro, pero de haberlo hecho así habrías perdido la oportunidad de adueñarte de una jugosa inversión.
-- Ese tren va más vacío de lo que Meior se imagina, me pregunto con qué hará sus negocios este mes – responde el asesino. – por lo pronto tú no deberás preguntarte con qué pagaré la cerveza, así que sírvela de una buena vez.
-- Ya voy, ya voy – mientras sirve un abundante tarro de cerveza – aunque ese no es problema, no lo fue ni siquiera cuando eras un triste mortal sin dinero para pagar, Gonman.
-- Mucho te agradeceré que omitas ese detalle cuando hagas circular la leyenda – acto seguido bebe con desesperación.
-- ¿Cuándo comenzarás a ganar adeptos?
-- Primero necesito que la leyenda circule, que sea parte del folklore popular… y también necesito tener antes el dinero suficiente para mi cruzada, entonces podré pensar en ganar los dichosos adeptos.
-- Estás consciente que ahora que has matado a un Cherife las cosas ya no tienen retorno,¿verdad?
-- Ese punto lo dejé atrás hace tiempo y no tuvo nada que ver con ninguno de los Cherifes en funciones, además empecé por lo más facil.
-- Rayjoy era muy hablador, desde luego que sería fácil eliminarlo, pero no todos serán tan sencillos.
--¿De quién me debo cuidar más?
-- De todos, no hay enemigo pequeño y menos tratándose de los Cherifes, si alguien lo sabe, soy yo. Al menos no tienes que preocuparte ni por el del Suburbio 18 ni por Thomas Pain.
-- En realidad debí saber que era de Pain de quien más debía preocuparme.
-- ¿Esa parte de la leyenda puedo contarla? – Inquiere Tinman – me gusta más que la leyenda que tú comenzaste a circular.
-- No, aun duele cada que lo recuerdo, prefiero el aire de misticismo.
-- Como tu digas, Lon. Hablando de misticismo, sería genial volver a hablar del Sunshine Killer antes de que los diarios de mañana anuncien tu golpe… y ese anciano de la esquina de la barra se ve lo suficientemente ebrio como para creer cualquier cosa y lo suficientemente supersticioso como para contarla toda la noche. Justo como para contarle acerca de un Dios que es en realidad un hombre.
-- Pero eso usted no lo sabe… no es así Sr. Jones? – dice Gonman
-- Cuídate Lon, yo no he visto fantasmas esta noche… pero debo hablar de ellos.
El Sunshine Killer baja la velocidad conforme se acerca al suburbio número 18, donde escondido entre las calles oscuras (aun dentro de una ciudad en penumbras existen barrios más iluminados que otros), se encuentra el bar “Watchtower”.
El “Watchtower” es probablemente la cantina más socorrida por la clase media, aunque cada uno de los suburbios posee su lugar de encuentro para la clase humilde y su lugar de encuentro para la crema y nata de Bilou. De igual manera que en el suburbio 18 se encontraba el lugar favorito del proletariado, el lugar favorito de la clase alta se encontraba en el Distrito 02, al cual solo podía accederse con el consentimiento de Meior… aunque desde luego no es un tema que deba ocuparnos en este momento.
La fauna del Watchtower era muy variada, pero finalmente todos estaban tan ocupados en sus pláticas y sus tragos, que nadie prestaba atención a lo que sucedía en las demás mesas. Es por ello que nadie se percataba de la entrada de un hombre con cabello rubio entre especimenes de oscuro pelambre mientras se deslizaba discreto hasta la barra. Lo más común durante este trayecto era escuchar planes futuros, sueños guajiros, maldiciones contra Meior… y últimamente leyendas sobre el fantasma del Sol, lo que divertía sobremanera al asesino de Inversionistas y Cherifes.
En la barra atendía, como siempre, Tinman Jones, un hombre delgado que a pesar de ser relativamente joven (digamos aun dentro de la etapa de la “madurez”) reflejaba en sus ojos la sabiduría digna de un anciano que lo ha vivido todo. Sumamente sabio, sepulcralmente discreto, sus oídos han coleccionado tantas historias como estrellas había habido en el universo antes del domo. Al mismo tiempo, era un rudo sujeto que imponía total respeto, por lo que si alguien se ponía impertinente a causa de los tragos dentro de su bar, se las tendría que ver con él en persona.
-- Asumo, por la cínica sonrisa en tu rostro que el golpe de esta noche ha sido existoso – dice Tinman.
-- De otro modo no habría regresado, habría permanecido en las vías hasta que partiera el tren de regreso para dar mi golpe de cualquier forma.— responde el rubio de sombrero negro y cejas oscuras.
-- Claro, pero de haberlo hecho así habrías perdido la oportunidad de adueñarte de una jugosa inversión.
-- Ese tren va más vacío de lo que Meior se imagina, me pregunto con qué hará sus negocios este mes – responde el asesino. – por lo pronto tú no deberás preguntarte con qué pagaré la cerveza, así que sírvela de una buena vez.
-- Ya voy, ya voy – mientras sirve un abundante tarro de cerveza – aunque ese no es problema, no lo fue ni siquiera cuando eras un triste mortal sin dinero para pagar, Gonman.
-- Mucho te agradeceré que omitas ese detalle cuando hagas circular la leyenda – acto seguido bebe con desesperación.
-- ¿Cuándo comenzarás a ganar adeptos?
-- Primero necesito que la leyenda circule, que sea parte del folklore popular… y también necesito tener antes el dinero suficiente para mi cruzada, entonces podré pensar en ganar los dichosos adeptos.
-- Estás consciente que ahora que has matado a un Cherife las cosas ya no tienen retorno,¿verdad?
-- Ese punto lo dejé atrás hace tiempo y no tuvo nada que ver con ninguno de los Cherifes en funciones, además empecé por lo más facil.
-- Rayjoy era muy hablador, desde luego que sería fácil eliminarlo, pero no todos serán tan sencillos.
--¿De quién me debo cuidar más?
-- De todos, no hay enemigo pequeño y menos tratándose de los Cherifes, si alguien lo sabe, soy yo. Al menos no tienes que preocuparte ni por el del Suburbio 18 ni por Thomas Pain.
-- En realidad debí saber que era de Pain de quien más debía preocuparme.
-- ¿Esa parte de la leyenda puedo contarla? – Inquiere Tinman – me gusta más que la leyenda que tú comenzaste a circular.
-- No, aun duele cada que lo recuerdo, prefiero el aire de misticismo.
-- Como tu digas, Lon. Hablando de misticismo, sería genial volver a hablar del Sunshine Killer antes de que los diarios de mañana anuncien tu golpe… y ese anciano de la esquina de la barra se ve lo suficientemente ebrio como para creer cualquier cosa y lo suficientemente supersticioso como para contarla toda la noche. Justo como para contarle acerca de un Dios que es en realidad un hombre.
-- Pero eso usted no lo sabe… no es así Sr. Jones? – dice Gonman
-- Cuídate Lon, yo no he visto fantasmas esta noche… pero debo hablar de ellos.
3 comentarios:
Ghost...
It's a diferente phase of the life...
Those one who can't suffer, but they live eternally in pain...
exijo más!
William Zanzinger killed poor Hattie Carroll...
Se le invita a participar en el Damage Cabaret
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