Capítulo 2.- El Hombre detrás del Dios.
“¿Qué hace a Dios distinto de los hombres? ¿Está prohibido acaso para un Dios sentir las bajas pasiones, las emociones y los deseos como lo hacen todos los seres que caminan sobre esta Tierra? Si está prohibido, no deseo ser un Dios, solo deseo ser un hombre distinto, pero rotundamente igual.
Mientras miro los durmientes descansando plácidamente sobre los rieles al avanzar de regreso en mi Motocicleta, voy pensando cuántas veces Meior nos ha pasado encima como lo hago yo sobre estos insignificantes pero necesarios pedazos de madera. Sin ellos, ese tren al que acabo de vaciarle la vida no sería mas que una máquina pesada que no puede correr sin un rumbo. ¿Acaso le faltamos el respeto a estas vías tanto como Meior le falta el respeto al pueblo?
Meior… cómo te detesto, no sabes de qué manera odio ver tu rostro en todos lados, escuchar tu voz dando esos falsos mensajes y diciendo que ves por el bien de todos nosotros… no, mentira, nosotros no… no un “nosotros” porque yo jamás seré parte del “ellos”… nunca más, yo soy ahora un Dios.
¿Pero es que acaso quiero ser un Dios? Si para ser un Dios tengo que negar lo más humano que me queda, lo único que poseo, mis deseos y mis motivos, lo que me hace levantarme cada mañana sin recibir la luz del sol que tanto añoro.
Todas mis emociones son de odio, de ira, de temor. Hace tanto que no recuerdo haber sentido amor, hace mucho más que no recuerdo haberme sentido amado, ni siquiera querido. Solo tengo este resentimiento hacia todos, hacia todo… este resentimiento que he convertido en odio contra Meior. No quiero ser un héroe, solamente quiero ser un castigador, solo quiero traer justicia para mi, aunque eso signifique traer justicia para todos los demás que no me interesa saber si la merecen o no.
No sé si soy un Dios, pero sé que siento demasiado dolor como para ser un fantasma. Tanta muerte me hace sentir vivo… porque me hace desear estar muerto”.
Mientras piensa esto, el Sunshine Killer acelera su motocicleta ondeando aun más su negra y larga gabardina de piel. Las amplias y bromosas espuelas de plata no entorpecen su perfecta conducción, a pesar de las figuras que semejan rayos de fuego que éstas ostentan orgullosamente lejos de las botas que igualmente combinan con la gabardina y con la noche oscura.
“Añoro tanto al sol, pero tambien añoro una luna que iluminara esta noche en vez de recibir esta estúpida luz blanca, tan fría como los corazones de este pueblo. Valle Bilou… ¡Selva Bilou, será! Todos parecen animales salvajes dispuestos a devorar al débil…. No, no es verdad, estoy siendo muy condescendiente con estos pueblerinos que no sirven más que de sustento a rapiñas como Richman y Rayjoy. No es una selva, es un desierto y esta gente no es más que carroña.
No puedo decir que no disfruté matar a Rayjoy, claro que lo disfruté, aun siento la satisfacción correr en total frenesí dentro de mi, aunque creo que más bien es adrenalina. Creo que esto pone fin a la discusión… los Dioses no tienen motivos personales, y yo soy un hombre con mucha ira.
Aunque por otro lado, ésta discusión no tiene porqué acabarse, más bien necesita refrescarse. Este Dios quiere una buena cerveza”
Dicho esto, la motocicleta aceleró más, agitándose al viento el cabello rubio y largo que revolotea bajo un sombrero de piel negra, como lo usan los buenos forajidos. El Sunshine Killer está despierto esta noche.
“¿Qué hace a Dios distinto de los hombres? ¿Está prohibido acaso para un Dios sentir las bajas pasiones, las emociones y los deseos como lo hacen todos los seres que caminan sobre esta Tierra? Si está prohibido, no deseo ser un Dios, solo deseo ser un hombre distinto, pero rotundamente igual.
Mientras miro los durmientes descansando plácidamente sobre los rieles al avanzar de regreso en mi Motocicleta, voy pensando cuántas veces Meior nos ha pasado encima como lo hago yo sobre estos insignificantes pero necesarios pedazos de madera. Sin ellos, ese tren al que acabo de vaciarle la vida no sería mas que una máquina pesada que no puede correr sin un rumbo. ¿Acaso le faltamos el respeto a estas vías tanto como Meior le falta el respeto al pueblo?
Meior… cómo te detesto, no sabes de qué manera odio ver tu rostro en todos lados, escuchar tu voz dando esos falsos mensajes y diciendo que ves por el bien de todos nosotros… no, mentira, nosotros no… no un “nosotros” porque yo jamás seré parte del “ellos”… nunca más, yo soy ahora un Dios.
¿Pero es que acaso quiero ser un Dios? Si para ser un Dios tengo que negar lo más humano que me queda, lo único que poseo, mis deseos y mis motivos, lo que me hace levantarme cada mañana sin recibir la luz del sol que tanto añoro.
Todas mis emociones son de odio, de ira, de temor. Hace tanto que no recuerdo haber sentido amor, hace mucho más que no recuerdo haberme sentido amado, ni siquiera querido. Solo tengo este resentimiento hacia todos, hacia todo… este resentimiento que he convertido en odio contra Meior. No quiero ser un héroe, solamente quiero ser un castigador, solo quiero traer justicia para mi, aunque eso signifique traer justicia para todos los demás que no me interesa saber si la merecen o no.
No sé si soy un Dios, pero sé que siento demasiado dolor como para ser un fantasma. Tanta muerte me hace sentir vivo… porque me hace desear estar muerto”.
Mientras piensa esto, el Sunshine Killer acelera su motocicleta ondeando aun más su negra y larga gabardina de piel. Las amplias y bromosas espuelas de plata no entorpecen su perfecta conducción, a pesar de las figuras que semejan rayos de fuego que éstas ostentan orgullosamente lejos de las botas que igualmente combinan con la gabardina y con la noche oscura.
“Añoro tanto al sol, pero tambien añoro una luna que iluminara esta noche en vez de recibir esta estúpida luz blanca, tan fría como los corazones de este pueblo. Valle Bilou… ¡Selva Bilou, será! Todos parecen animales salvajes dispuestos a devorar al débil…. No, no es verdad, estoy siendo muy condescendiente con estos pueblerinos que no sirven más que de sustento a rapiñas como Richman y Rayjoy. No es una selva, es un desierto y esta gente no es más que carroña.
No puedo decir que no disfruté matar a Rayjoy, claro que lo disfruté, aun siento la satisfacción correr en total frenesí dentro de mi, aunque creo que más bien es adrenalina. Creo que esto pone fin a la discusión… los Dioses no tienen motivos personales, y yo soy un hombre con mucha ira.
Aunque por otro lado, ésta discusión no tiene porqué acabarse, más bien necesita refrescarse. Este Dios quiere una buena cerveza”
Dicho esto, la motocicleta aceleró más, agitándose al viento el cabello rubio y largo que revolotea bajo un sombrero de piel negra, como lo usan los buenos forajidos. El Sunshine Killer está despierto esta noche.
1 comentario:
dude, esto es una novela gráfica
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