Capítulo 12.- Abre los Ojos…
--¿Por qué eres capaz de quitar la vida si es imposible que la devuelvas?-- dice una voz femenina
-- Tú me lo pediste – responde Lon
-- Podría pedirte que fueras feliz y no lo serías por eso. Podría pedirte que dejaras de pensar en Azul para siempre y sé bien que no podrías.
-- Eso no es verdad, Azul hace mucho que dejo de rondarme el pensamiento.
-- ¿Por eso vas a su casa en la primera oportunidad que tienes? ¿Qué te hace ir primero a buscar su compañía que buscar tu propio hogar?
-- Una sola pregunta a la vez
-- Muy bien. ¿Por qué asesinas Cherifes?—
-- Para destruir el Domo. Meior no me dejará pasar sobre su gran herencia y los Cherifes no me dejarán pasar sobre Meior.
-- Muy bien…puedo entender eso. Pero ¿por qué no me cuentas qué es lo que te hace disfrutar asesinar?
-- Me niego a sostener una conversación con alguien que ha muerto.
-- Si estuviera totalmente muerta tú llevarías la vida que tuviste antes de conocerme. Y eso es justamente de lo que quiero que me hables. Comienza desde tu infancia. Si te es más fácil, todo lo que me digas pasará frente a tus ojos a partir de ahora. Quiero conocerte como no pude hacerlo antes.
-- Mi madre murió cuando nací, y mi padre hizo lo mejor que pudo para sacarme adelante. Él era un buen hombre, honrado y respetuoso. ¡Cómo admiraba yo a mi viejo! Si tan solo el mundo fuera como él lo quería ver, si tan solo el mundo hubiera sido como él lo merecía. Era fuerte y trabajador y siempre creyó en que el esfuerzo es recompensado tarde o temprano. Trabajaba en las minas de Rob Sobjack, pero él merecía otra clase de trabajo. Sin embargo, ese era el trabajo que él sabía hacer. “Trabajo de hombres” lo llamaba. Era obvio que yo iba a querer ayudar a mi padre y por eso en cuanto cumplí los 16 años dejé de ser solo un ayudante para entrar a las minas con él. En ese entonces mi cabello aun era castaño oscuro.
El ambiente en las minas era duro, pero en realidad todos eran amigos y yo hacía lo mejor por encajar ahí como lo hacía el viejo Gonman. Pasábamos los días entre rocas, picos, albures y golpes. Las noches las pasábamos entre risas y tragos en el Watchtower. Así pasaron dos años de mi vida.
Un día, salí de la mina para tirar un poco de escombro. De haber sabido todo lo que vendría después, habría exigido que alguien más lo hiciera. Afuera me encontré con el insoportable hijo de Rob: Flain. No era más que un idiota al que su padre se había encargado de echar a perder durante sus 19 años de vida, en los cuales jamás tuvo que hacer nada para sí mismo, mucho menos por sí mismo. Estaba con una mujer hermosa que nunca había visto en mi vida, la estaba tratando de impresionar con las propiedades de su padre para conseguir algo de la chica, un poco de atención que él estaba seguro lograría convertir en amor… claro que la gente así siempre confunde el amor con el interés. Y ahora creo que ella no es tan diferente. Creo que mi mirada debió ser demasiado fija y penetrante, pues a pesar de la distancia ella volteó justo a donde yo estaba y sin decirle nada a Flain, simplemente me sostuvo la mirada y me sonrió. Algunos meses después la vería en una fiesta de la familia Sobjack y lograría que me diera un beso en la mejilla. Y luego seguiría una amistad y luego muchos otros besos.
Recuerdo que ella encontró la manera de estar ahí cuando el accidente. Un día en las minas hubo un temblor y todos nos apresuramos a salir. Mi padre habría alcanzado a salir de no ser porque se regresó a ayudarme luego de que una roca me atrapara la pierna que justo ahora tengo lastimada. Él pudo liberarme, pero los dos nos quedamos encerrados y no pasaría mucho tiempo antes de que los gases de la mina terminaran por envenenarnos. Los demás trataron de abrir nuevamente el camino y mi padre no dejó de intentar romper las rocas aunque el esfuerzo lo hizo inhalar más gas que si solo hubiera esperado. Cuando se encontró con sus amigos era demasiado tarde, solo alcanzó sacarme casi inconsciente y después se desfalleció dentro de la mina para siempre. Azul me ayudó con todos los gastos funerarios y estuvo conmigo.
Como era de esperarse, yo si estaba enamorado de Azul aun cuando para ella yo era solo un pasatiempo. Nunca se atrevería a hacer pública su relación con un minero. Entonces Ivol Meior lanzó su convocatoria para los nuevos Cherifes. Una estrella de oro blanco me daría el nombre suficiente para poder ponerlo junto al de ella en cualquier acta y no solo en los muros abandonados de los Sectores más olvidados de Bilou.
Los primeros enfrentamientos fueron muy sencillos, a pesar de mi complexión no tan fuerte estaba impulsado por mi deseo de estar con Azul y eso me daba la fuerza necesaria para combatir. Sin embargo, podía percibir que algunos de los sujetos que estaban contendiendo eran realmente peligrosos, parecían criminales más que futuros justicieros y sus tácticas de combate eran tan callejeras que realmente estaba agradecido de que no me tocara sostener ningún duelo con ellos. Al final solo quedaba un puesto de Cherife y el destino me daba una oportunidad única para demostrar la tesis de mi padre: mi último duelo era contra Flain Sobjack. ¡Cómo detestaba a ese bastardo! El muy infeliz siempre había tenido todo y conservaba sus manos de señorita tan limpias gracias a la gente como mi padre que se ensuciaba sus propias manos para que a él no le faltaran esos lujos tan banales. Ese tipo de idiota que podía aspirar a conquistar a una mujer como Azul, que algún día heredaría todo lo que su padre logró. Esa clase de gente que no merece nada y que curiosamente todo… y que el tenerlo todo les garantiza que seguirán teniendo un todo cada vez más grande. Ahora ese maldito deseaba lo mismo que yo: la estrella de oro blanco y la atención de Azul.
Sin embargo, los duelos eran muy libres, tanto que no había ninguna clase de regla. Sencillamente nos metían en algún sitio y daban tiempo suficiente para que alguien quedara en pie, entonces Meior y sus viejos Cherifes entraban a descubrir al ganador. Mi último combate fue aun más sucio, fue en la mina donde murió mi padre.
Desde luego que no tenía nada que hacer contra mi, inmediatamente le voltee la cara un par de veces con los puños y con la primera patada que le di logré romperle la pierna derecha. Estaba en el suelo y yo le di unas cuantas patadas al estómago. Justo cuando iba a dejarlo inconsciente, sentí el golpe de una cadena en la nuca y no supe nada hasta que desperté con la noticia de que había perdido mi oportunidad de ser un Cherife.—
-- Entonces por eso les arrebatas a todos sus estrellas. Por eso no tienes el menor reparo en dejarlos inertes sin vida. Tienes motivos personales—dijo la voz femenina.
-- Pero lo hago porque tú me lo pediste –
-- No quiero que niegues, abraza tus propios motivos, permítete sentirlo.
-- ¡Odio a los Cherifes! ¡Odio que nunca pude ser uno de ellos! Si no pude tener mi propia estrella, obtendré las de todos ellos. ¡Odio a Sobjack! ¡Odio que mi padre haya muerto por servir a gente como él!
-- Acepta ese odio, úsalo a tu favor. Eso era todo lo que quería, que dejaras de negarte. Ahora despierta, verás que ya no tienes ningún dolor en tu pierna.
Lon despierta y se arrodilla en el suelo respirando y resoplando por todas las emociones que acaba de desenterrar. Efectivamente el dolor físico se ha ido, pero algo en su interior le quema las entrañas y siente sus ojos inundados.
-- Una cosa más – dice la voz – Si ríes, el mundo reirá contigo, si lloras… llorarás solo.
--¿Por qué eres capaz de quitar la vida si es imposible que la devuelvas?-- dice una voz femenina
-- Tú me lo pediste – responde Lon
-- Podría pedirte que fueras feliz y no lo serías por eso. Podría pedirte que dejaras de pensar en Azul para siempre y sé bien que no podrías.
-- Eso no es verdad, Azul hace mucho que dejo de rondarme el pensamiento.
-- ¿Por eso vas a su casa en la primera oportunidad que tienes? ¿Qué te hace ir primero a buscar su compañía que buscar tu propio hogar?
-- Una sola pregunta a la vez
-- Muy bien. ¿Por qué asesinas Cherifes?—
-- Para destruir el Domo. Meior no me dejará pasar sobre su gran herencia y los Cherifes no me dejarán pasar sobre Meior.
-- Muy bien…puedo entender eso. Pero ¿por qué no me cuentas qué es lo que te hace disfrutar asesinar?
-- Me niego a sostener una conversación con alguien que ha muerto.
-- Si estuviera totalmente muerta tú llevarías la vida que tuviste antes de conocerme. Y eso es justamente de lo que quiero que me hables. Comienza desde tu infancia. Si te es más fácil, todo lo que me digas pasará frente a tus ojos a partir de ahora. Quiero conocerte como no pude hacerlo antes.
-- Mi madre murió cuando nací, y mi padre hizo lo mejor que pudo para sacarme adelante. Él era un buen hombre, honrado y respetuoso. ¡Cómo admiraba yo a mi viejo! Si tan solo el mundo fuera como él lo quería ver, si tan solo el mundo hubiera sido como él lo merecía. Era fuerte y trabajador y siempre creyó en que el esfuerzo es recompensado tarde o temprano. Trabajaba en las minas de Rob Sobjack, pero él merecía otra clase de trabajo. Sin embargo, ese era el trabajo que él sabía hacer. “Trabajo de hombres” lo llamaba. Era obvio que yo iba a querer ayudar a mi padre y por eso en cuanto cumplí los 16 años dejé de ser solo un ayudante para entrar a las minas con él. En ese entonces mi cabello aun era castaño oscuro.
El ambiente en las minas era duro, pero en realidad todos eran amigos y yo hacía lo mejor por encajar ahí como lo hacía el viejo Gonman. Pasábamos los días entre rocas, picos, albures y golpes. Las noches las pasábamos entre risas y tragos en el Watchtower. Así pasaron dos años de mi vida.
Un día, salí de la mina para tirar un poco de escombro. De haber sabido todo lo que vendría después, habría exigido que alguien más lo hiciera. Afuera me encontré con el insoportable hijo de Rob: Flain. No era más que un idiota al que su padre se había encargado de echar a perder durante sus 19 años de vida, en los cuales jamás tuvo que hacer nada para sí mismo, mucho menos por sí mismo. Estaba con una mujer hermosa que nunca había visto en mi vida, la estaba tratando de impresionar con las propiedades de su padre para conseguir algo de la chica, un poco de atención que él estaba seguro lograría convertir en amor… claro que la gente así siempre confunde el amor con el interés. Y ahora creo que ella no es tan diferente. Creo que mi mirada debió ser demasiado fija y penetrante, pues a pesar de la distancia ella volteó justo a donde yo estaba y sin decirle nada a Flain, simplemente me sostuvo la mirada y me sonrió. Algunos meses después la vería en una fiesta de la familia Sobjack y lograría que me diera un beso en la mejilla. Y luego seguiría una amistad y luego muchos otros besos.
Recuerdo que ella encontró la manera de estar ahí cuando el accidente. Un día en las minas hubo un temblor y todos nos apresuramos a salir. Mi padre habría alcanzado a salir de no ser porque se regresó a ayudarme luego de que una roca me atrapara la pierna que justo ahora tengo lastimada. Él pudo liberarme, pero los dos nos quedamos encerrados y no pasaría mucho tiempo antes de que los gases de la mina terminaran por envenenarnos. Los demás trataron de abrir nuevamente el camino y mi padre no dejó de intentar romper las rocas aunque el esfuerzo lo hizo inhalar más gas que si solo hubiera esperado. Cuando se encontró con sus amigos era demasiado tarde, solo alcanzó sacarme casi inconsciente y después se desfalleció dentro de la mina para siempre. Azul me ayudó con todos los gastos funerarios y estuvo conmigo.
Como era de esperarse, yo si estaba enamorado de Azul aun cuando para ella yo era solo un pasatiempo. Nunca se atrevería a hacer pública su relación con un minero. Entonces Ivol Meior lanzó su convocatoria para los nuevos Cherifes. Una estrella de oro blanco me daría el nombre suficiente para poder ponerlo junto al de ella en cualquier acta y no solo en los muros abandonados de los Sectores más olvidados de Bilou.
Los primeros enfrentamientos fueron muy sencillos, a pesar de mi complexión no tan fuerte estaba impulsado por mi deseo de estar con Azul y eso me daba la fuerza necesaria para combatir. Sin embargo, podía percibir que algunos de los sujetos que estaban contendiendo eran realmente peligrosos, parecían criminales más que futuros justicieros y sus tácticas de combate eran tan callejeras que realmente estaba agradecido de que no me tocara sostener ningún duelo con ellos. Al final solo quedaba un puesto de Cherife y el destino me daba una oportunidad única para demostrar la tesis de mi padre: mi último duelo era contra Flain Sobjack. ¡Cómo detestaba a ese bastardo! El muy infeliz siempre había tenido todo y conservaba sus manos de señorita tan limpias gracias a la gente como mi padre que se ensuciaba sus propias manos para que a él no le faltaran esos lujos tan banales. Ese tipo de idiota que podía aspirar a conquistar a una mujer como Azul, que algún día heredaría todo lo que su padre logró. Esa clase de gente que no merece nada y que curiosamente todo… y que el tenerlo todo les garantiza que seguirán teniendo un todo cada vez más grande. Ahora ese maldito deseaba lo mismo que yo: la estrella de oro blanco y la atención de Azul.
Sin embargo, los duelos eran muy libres, tanto que no había ninguna clase de regla. Sencillamente nos metían en algún sitio y daban tiempo suficiente para que alguien quedara en pie, entonces Meior y sus viejos Cherifes entraban a descubrir al ganador. Mi último combate fue aun más sucio, fue en la mina donde murió mi padre.
Desde luego que no tenía nada que hacer contra mi, inmediatamente le voltee la cara un par de veces con los puños y con la primera patada que le di logré romperle la pierna derecha. Estaba en el suelo y yo le di unas cuantas patadas al estómago. Justo cuando iba a dejarlo inconsciente, sentí el golpe de una cadena en la nuca y no supe nada hasta que desperté con la noticia de que había perdido mi oportunidad de ser un Cherife.—
-- Entonces por eso les arrebatas a todos sus estrellas. Por eso no tienes el menor reparo en dejarlos inertes sin vida. Tienes motivos personales—dijo la voz femenina.
-- Pero lo hago porque tú me lo pediste –
-- No quiero que niegues, abraza tus propios motivos, permítete sentirlo.
-- ¡Odio a los Cherifes! ¡Odio que nunca pude ser uno de ellos! Si no pude tener mi propia estrella, obtendré las de todos ellos. ¡Odio a Sobjack! ¡Odio que mi padre haya muerto por servir a gente como él!
-- Acepta ese odio, úsalo a tu favor. Eso era todo lo que quería, que dejaras de negarte. Ahora despierta, verás que ya no tienes ningún dolor en tu pierna.
Lon despierta y se arrodilla en el suelo respirando y resoplando por todas las emociones que acaba de desenterrar. Efectivamente el dolor físico se ha ido, pero algo en su interior le quema las entrañas y siente sus ojos inundados.
-- Una cosa más – dice la voz – Si ríes, el mundo reirá contigo, si lloras… llorarás solo.
4 comentarios:
Al fin publicaste un capítulo! ya te habías tardado ^_^
Ahora sabemos un poco más sobre Lon (bueno yo ya sabía XD)
La frase del final no tiene abuela ;-)
pffffft! al parecer tendré que leer bastantes capítulos para poder tener más idea de tu escrito
me gustó bastante, andaré leyendo eventualmente tu blog
arrivederchi!
el medley me recordó a aquel cómic de Wolverine... Origin. El intro y el fin a algo escrito por Hideaki Anno =-P
Osea, el remix está padre XD
Estef: bueno, tu ya sabes hasta en qué va a terminar. Muchas gracias por leer mi cuento y por cierto, tienes toda la razón con la frase del final, por algo la plagié XD
TE AMO =*
Astartea: Gracias por el comentario, ahi están disponibles los otros 11 capítulos y la introducción.
York: Gracias!... creo... =S
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