PERO NUNCA DIGAS, NO DIGAS QUE NO TE LO ADVERTÍ.

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21.2.10

Still I wonder…

Who will stop the rain?

(Post atrasado, originado en un viaje a la Ciudad de México el día 4 de Febrero de 2009)

Encontrábase el Dan††e como un muerto enterrado en la arena un trapo todo convaleciente de mi pasada cirugía (de la que luego les platico) cuando de repente me salen en este changarro que había que ir a recabar unas firmas a México DeFeo. Entonces, tomando la debida precaución de consultar si mi estado me permite tomar vuelos, me apresuré a ofrecerme para semejante encomienda con la esperanza de que éste viaje resultara como la última vez que fui a ese destino.

Nada más lejos de la realidad, desde luego. Si bien aquí en Gdl habíamos padecido unas ligeras pero continuas lluvias con encharcamientos en las consabidas zonas problemáticas, nada nos anunciaba la situación que se estaba viviendo en la Ciudad de México. Uno consulta el clima y ya, pero no se supone que todo esté convertido en un completo caos.

La cosa ya pintaba para estar torcida, empezando porque el único vuelo que me pudieron encontrar salía a las 0645, lo que me obligó a desmañanarme para estar a las 0615 en el aeropuerto. Para esto, como de veras el señor Murphy ya anunciaba que por ese día sería uno de sus elegidos de 24 hrs, me tocó un taxista que me mantuvo mordiendo sillón del stress, ya que tan solo en la parte final del recorrido casi atropella a un fulano y además se agenció mi cambio. En fin, llegué al mostrador y me atendieron amablemente pero no puedo decir que de la manera adecuada: me entregaron mis pases de abordar pero en ningún momento me dijeron que habían recorrido una hora la salida del vuelo. Esto último lo descubrí hasta que pasé el filtro de seguridad y llegué a la puerta de abordaje. A pesar de la desmadrugada, decidí tomar el retraso con filosofía y de esta manera aproveché para ir a tirar las crayolas en lo que se hacía la hora de partida. Sin embargo, la buena disposición se va mermando de a poco cuando ves que a esa hora ni siquiera hay avión en la plataforma. Obviamente salí con un retraso impresionante y ya estaba nervioso sobre si alcanzaría a llegar a la cita que tenía para las firmas.

Salgo del aeropuerto y tuve que perder otros 20 minutos en lo que llegaba un taxi, ya que estaba imposible que pudieran aproximarse al aeropuerto a tomar más pasaje. Subí por fin y en las noticias se escuchaba que el clima seguiría igual por las siguientes horas. Al menos pude desentenderme por hora y media aproximadamente en lo que llegaba a mi destino.

Entro a la torre donde se encuentran las oficinas a las que iba y como es usual me piden una identificación para registrarme. Es parte del colmillo de hacer esto muy seguido el entregar la credencial del trabajo (es la que más fácilmente se repone y la que menos beneficios trae), para no arriesgar las oficiales cuyas reposiciones son tortuosas y nefastas. Pues la perra recepcionista la mira, se la queda y me pide además una oficial, a lo que yo le dije que no llevaba ninguna. Grave error. La muy maldita me tuvo en la recepción hasta que no bajó el zoquete con el que iba por mí. Ya ni modo de decirle que de repente apareció mi IFE en la bolsa de mi saco ¿Verdad?

Terminé relativamente rápido lo de la firma, pero todo estaba tan desmadrado que lo único cuerdo por hacer era irme directamente al aeropuerto, así que cruce por el puente para llegar a donde estaba el sitio y hacer camino. Ignorando (en la medida de lo posible) que todo el camino éste idiota se fue oyendo a Mariano Osorio, el muy…. me sale con que no se podía llegar al aeropuerto, así que me dejaba en la acera de enfrente y ya nomás tenía que cruzar. EY! COMO ES BIEN PINCHE FÁCIL, EDA?!

La onda es que cerca había un puente peatonal, así que solamente tenía que cruzarlo y estaría al menos del lado correcto. Claro que en la pura llegada al puente ya había terminado con los zapatos y el pantalón mojado hasta las rodillas y no precisamente en agua mineral. En ese momento mi lado frívolo estaba mentando madres porque además según mis nervios esa ocasión ameritaba que me llevara ropa de la que uno no saca diario, así que en realidad había pasado a perjudicar mi par de zapatos menos pior. Pero inmediatamente una nueva vicisitud sustraería mi atención de tan superflua problemática para ponerme a pensar en algo mucho más serio: no había manera de bajar por ese puente peatonal, al menos no del lado correcto de la calle. El agua llegaba casi hasta el descanso de las escaleras de descenso del mentado paso peatonal, así que estaba en chino poder bajar por allí.

Necio e ingenuo, como es uno en una ocasión así, me pregunté qué tanto me cubriría el agua si de todos modos me bajaba. Tras concluir que dicho nivel sería probablemente tres centímetros arriba de mi cabeza (sin albur) pensé en si podría brincar a alguna superficie seca desde el descanso de la escalera. Ahí fue cuando me di cuenta que estaba inundado un gran tramo y que si no me mataba al caer en el agua hedionda, me mataría al no poder salir a flote tras romperme la pierna porque no estoy acostumbrado a saltar desde alturas superiores a los 50 cm y menos con zapatos de vestir. Lo último que se me ocurría era brincar del descanso de la escalera a la tela de alambre que estaba sobre la barda del aeropuerto. Como no podría brincar, todo era cuestión de moverme lateralmente como Asombroso Hombre Araña hasta que ya no estuviera encharcado. Aquí los puntos a considerar: suponiendo que llegara a superficie seca, ¿cómo iba a brincar de la barda al piso sin partirme la madre? ¿Qué me aseguraba que quedaría bien sujeto a la tela de alambre en un solo brinco? Además, no suelo andar colgado cual macaco, lo más seguro era que a medio tramo me cansara y cayera al agua. No tengo nada en contra de morir ahogado, pero no es lo mismo morir ahogado en una piscina de Dubai en donde hasta las fotos de la autopsia tienen retoque, que morir por inmersión en agua puerca del DF.

Tomé el celular entonces y llamé a la mona de la oficina que me había conseguido el vuelo, para preguntarle (porque no suelo llegar tarde a los aeropuertos, pues) si se podía cambiar el vuelo por uno que saliera más tarde, ya que se me estaba acabando el tiempo. La compañera, una vez que al fin me contestó me mandó al ñajo con mi duda.

En medio de pura agua puerca y chilangos tanta desesperación, no se me había ocurrido mirar hacia el otro lado, donde se alcanzaba a divisar otro puente peatonal cuyos accesos no estaban encharcados, el único inconveniente era la laguna que había que atravesar para poder llegar hasta él. Fue entonces cuando se me ocurrió que tal vez podría adentrarme en las calles y rodear hasta que lograra dar al mentado puentecito, así que procedí a hacer equilibrio sobre la bardita del camellón para no volverme a empapar y tras una cuadra ya descendí para internarme en aquella colonia que sabrá Diosdelosmortales cuál era.

Tras efectivamente dar un rodeadón del tamaño de la tiznada, logré llegar al mentado mostrador, antes de mi vuelo… y ese fue el problema, apenitas antes, porque resultó que me habían cambiado el vuelo a media hora antes. Entonces con estas prisas imprevistas apenas me quedaba tiempo para comer algo ya que, como es mi costumbre cuando viajo, ni siquiera había desayunado. Comí en 5 minutos una pinche wingsburger, cuando en realidad yo había pensado irme a comer al Angus para compensarme tanta mala pasada durante el día. Tragué velozmente solo para descubrir que el vuelo había vuelto a su hora de partida original… y luego media hora de retraso más… y al final terminé saliendo de allí dos horas y media después de lo que había contemplado originalmente. O sea que sí me habría podido dar mi gusto y comprarme hasta un libro estúpido de motivación personal que por idiota que parezca me dieron ganas de leer, pero como uno siempre está a expensas de lo que le digan respecto a los horarios, mejor ni me acomodé.

Finalmente llegué y tuvieron el buen detalle de dejarme un coche en el estacionamiento para poder regresar. En realidad habría preferido mejor tomar un taxi y desentenderme en lugar de estar sufriendo con el tráfico de la Carretera a Chapala durante casi una hora entera para poder llegar a mi casa, pero al fin logré llegar… con los ojos resecos, ya que los cuidados post operatorios me exigen que me ponga gotas cada determinado tiempo, cosa que es imposible hacer cuando uno va manejando. Pero en fin.

Así que en resumen, creo que éste va derechito al Dan††e de Oro de este año como el PEOR VIAJE y antes de que me digan cualquier cosa, mejor véanlo como yo: estoy siendo optimista al considerar que desde aquí solo puedo mejorar. ¿No es eso una actitud positiva?

6 comentarios:

yorkperry dijo...

jajaja! "ir a tirar las crayolas" esa es buenísima! XD

Sus crónicas de viajes están bien chidas liras!

Estef Valentine* dijo...

Bueno Amor, ese tipo de cosas son como para un manual de suepervivencia en Chilangolandia XD a todos nos ha pasado algo parecido =P Lo bueno que ya estás bien, sano y salvo ;-)

Geraldine, dijo...

todo un aventurero!

el jara dijo...

cómo que te operaron!!!!!
de qué o qué???

será la jarocha???

esperoq ue todo esté bien,
un abrazo!!!

-ReD- dijo...

cierto, de qué fue la cirugía, espeo que su salud marche bien .


Y jajaja y si. Lluvia, horarios marcados nunca se han llevado bien.

Y luego usted que parece que la nube nomas a usted le estaba lloviendo jajaja... demonios..

Anónimo dijo...

Me boté de la risa en el pasaje del enrejado y la idea de trasladarse cual Hombre Araña...